Apenas hace un año millones de mujeres en todo el mundo salieron a las calles con una demanda clara: igualdad. A ese 8 de marzo le siguió, casi de inmediato, una pandemia que hizo más críticas las desigualdades. No es casualidad que sean las mujeres quienes más empleos hayan perdido por la covid-19, ni que el número de llamadas por violencia machista se haya multiplicado en cuarentena.

Por eso, este año en el Día Internacional de la Mujer celebramos el liderazgo de las mujeres desde toda su diversidad a la hora de derribar estas barreras y definir un futuro más igualitario. Las historias de Zoila, Juana, Rosaurelia, Milagros, Maria Luisa y Evangelina son una prueba más de que cuando a las mujeres se les deja liderar, el progreso es para todos.

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La crisis ha devastado las economías en un año y, con estas, los medios de vida de las mujeres. Según estimaciones de PNUD y ONU Mujeres, las desventajas preexistentes se han intensificado y amenazan con revertir más de 20 años de avances en materia de igualdad de género.Las cifras del 2020 en Perú ya anuncian esto: tan solo el 15% de las mujeres ha podido mantener sus ingresos, de acuerdo con el estudio sobre impacto socioeconómico COVID-9 en hogares peruanos de Naciones Unidas.

A pesar de este impacto desigual, muchas mujeres en Perú han sabido “guerrear” y salir de la incertidumbre con más fuerza. Zoila Velásquez es una de ellas y participó con más de 800 mujeres en el programa “Guerrero Emprendedor”, del PNUD y diversas organizaciones. A través de asesorías personalizadas, ella aprendió nuevas estrategias de venta digital y métodos para ser más resiliente al reactivar su emprendimiento en Lima.


“Si tu sueño es crear algo grande vas a saber guerrear ya que las mujeres no nos dejamos vencer tan fácilmente”, asegura Zoila, quien con estos aprendizajes además quiere ayudar a otras mujeres a liderar negocios.

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Residir en el área rural también condiciona los efectos de la crisis en las mujeres. Según INEI, el 30% de las peruanas —entre los 14 y 29 años— no tienen ingresos propios y dependen económicamente de un hombre, un porcentaje que en las zonas rurales se eleva al 41%. Además, a diferencia de sus pares varones, ellas presiden menos del 4% de sus comunidades según el último Censo Nacional Agropecuario.

A pesar de estas barreras, cada vez son más las mujeres rurales que están tomando su lugar en la toma de decisiones. Por ejemplo, Juana Quea es la presidenta de una asociación minera y una de las mujeres que alza su voz en un sector predominantemente masculino.. A más de 4500 msnm en Puno, ella está apostando por tecnologías que la iniciativa planetGold, del PNUD con los ministerios del Ambiente, y de Energía y Minas, está facilitando para que la minería artesanal deje de usar el mercurio que tanto daña la salud de las personas y el planeta.


En Cusco, Rosaurelia Yupanqui también ha liderado transformaciones. A sus 30 años, fue una de las creadoras de una asociación de agricultores de la comunidad Chillihuani que buscaba rescatar la mashua. Hace dos años, este emprendimiento ganó un concurso del Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), que implementa el PNUD con respaldo del Ministerio del Ambiente. A la fecha, han logrado recuperar 30 variedades de este tubérculo ancestral.

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La violencia de género es una pandemia tan devastadora como la del coronavirus. En el 2020, los Centro de Emergencia Mujer atendieron en todo el país más de 46.000 casos de violencia psicológica, más de 39.000 de violencia fisica y más de 13.000 de violencia sexual.

Ante esta ola de violencia machista, desde hace unos meses Milagros Ramos y su madre Maria Luisa Romaní pintan mascarillas violetas con una técnica prehispánica de Sarhua que llevan el mensaje: “no estás sola”. 

Con este diseño único, ambas artistas se alzaron con el premio de PNUD por visibilizar la violencia en tiempos covid-19 y, a su vez, abrir paso a una nueva generación de mujeres que como ellas heredaron un tradicionalmente de hombres.

“La violencia hacia nosotras será un cuento que quedará atrás, porque somos esa generación que no permitirá que siga” - Milagros Ramos.

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Hace 75 años, cuando se crearon las Naciones Unidas, no había ninguna mujer presidenta en el mundo. De hecho, en Perú hace 65 años las mujeres alfabetizadas lograron ejercer su derecho al sufragio y recién hace 40 años todas las demás fueron incluidas por el voto universal. A partir de allí, han seguido avanzando en su participación política. Por ejemplo, con la cuota de género el año pasado representaron el 40% de las candidaturas al Congreso. Sin embargo, solo el 25% de los escaños congresales electos fueron ocupados por ellas.


“Ser mujer en Perú es la lucha del día a día. Aunque somos el 50% de la población, tenemos dificultades ya que los cargos grandes y las jefaturas las asumen varones”, explica Evangelina Mayta. Ella es una de las lideresas política que ha participado en la escuela virtual Warmikunaq llanq'ayninta t'ikarichispa (Las mujeres trabajamos para florecer) con la cual el PNUD, junto al Jurado Nacional de Elecciones e IDEA Internacional, busca equilibrar la balanza política. Ahora Evangelina sueña con lo mismo para otras mujeres. “Quisiera que en todo el país ellas se sientan seguras de que pueden. Nosotras podemos”.


Estas son solo algunas de las muchas historias que demuestran que el futuro puede ser mejor con mujeres en todas las mesas donde se toman decisiones. Desde el PNUD seguimos trabajando para potenciar el liderazgo de las mujeres y derribar las barreras que impiden que vivamos en una sociedad igualitaria.