Por Andrés Espinoza (PNUD)

A puertas de las próximas elecciones en Perú, se abre de nuevo la discusión sobre la participación de las mujeres en la política, una lucha que viene incluso antes de la aprobación del derecho al voto femenino. Madres, abuelas y ancestras en general han vivido situaciones de exclusión a diferencia de sus pares varones, quienes sí pudieron tener una vida política activa.

Para revertir esta desigualdad, surge la escuela virtual "Warmikunaq llanq'ayninta t'ikarichispa” (Las mujeres trabajamos para florecer), con la cual el Jurado Nacional de Elecciones junto al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) e IDEA Internacional buscan formar a lideresas de organizaciones sociales y políticas de Cusco para su efectiva participación en los comicios.

Tras una larga lucha por sus derechos, hoy las mujeres celebran que existe una ley de paridad y alternancia, con la cual tienen la esperanza de que ninguna de ellas se quede atrás. Sin embargo, el acceso a los derechos que tienen en la actualidad no es el mismo al de sus ancestras. Esa es la reflexión de las participantes de la escuela. “Mis abuelas no terminaron la primaria. No sabían leer ni escribir, pero se esforzaron mucho para que sus hijos estudiaran”, explica Evangelina Mayta, asesora legal de la Municipalidad Distrital de Saylla en Cusco y participante de la escuela.

evANGELINA MAYTA. FOTO: VICTOR ZEA / ARCHIVO PNUD. (CUSCO, NOVIEMBRE 2020)

Según Jennie Dador, feminista y abogada experta en género y derechos humanos de la ONG Promsex, si retrocediéramos al año 1979, poco antes del año de nacimiento de la lideresa Mayta, encontraríamos que el 70% de la población analfabeta de esa época eran mujeres. Por eso cuando ese año se reconoció la participación política de personas analfabetas, se marcó también un paso trascendental para el goce de derechos de las mujeres.

Pero hay que ver las diferencias entre las mujeres, asegura la experta Dador. “A veces decimos que las mujeres llegaron al voto hace sesenta años y hay que preguntarnos: ¿cuáles mujeres? Tendemos a universalizar y olvidamos las subordinaciones que hay dentro del conglomerado. No todas estamos en el mismo partidor”.

POLÍTICA DE SACO Y CORBATA

A pesar de los avances en materia de derechos, cuando las mujeres participan en la política viven situaciones discriminatorias basadas en prejuicios. Si tienen familia, se cree que deben estar al cuidado del hogar. Si no la tienen, no conocen las necesidades de la población. Para Serly Figueroa, otra de las participantes de la escuela y abogada defensora de derechos de las mujeres, este juicio es contradictorio y evidencia cómo aún la política es vista como un espacio de varones “de saco y corbata”.

Asimismo, la lideresa Mayta comenta que muchas veces en los partidos políticos pesa más la capacidad económica de quienes candidatean. Al respecto, la experta Dador indica que esto conlleva a más desigualdades de género en la política, ya que se “necesitan recursos para participar, pero hay una brecha salarial entre hombres y mujeres”. A esto se suma la desigualdad de tiempos por la carga que recae en las mujeres en el cuidado del hogar.

mARIA BECERRA. FOTO: VICTOR ZEA / ARCHIVO PNUD. (CUSCO, NOVIEMBRE 2020)

Combatir esta inequidad, por tanto, va de la mano con fomentar la igualdad en las familias, sostiene María Becerra, participante de la escuela y consejera regional de la provincia de La Convención en Cusco. "La democracia también se practica en la familia. Mi esposo y mi hijo creen en lo que yo hago”, reafirma.

Por otro lado, los obstáculos a los que se enfrenta una mujer urbana son distintos a los de una mujer rural. Además de la brecha económica para las mujeres que trabajan en el campo, persiste su poca participación en la toma de decisiones. En la escuela, la lideresa Figueroa relató el caso de una regidora quien promovió una ordenanza para que la asistencia de la mujer en asambleas comunales sea contabilizada al igual que la del varón. “Fueron a su casa a insultarla por atreverse a hacer este cambio”, cuenta.

Por si fuera poco, la mayoría de las mujeres afrontan acoso político que intimida sus voces. Frente a esta violencia, en la escuela aprendieron mecanismos para combatirla y denunciarla. Las participantes constatan la necesidad de propuestas que garanticen entornos seguros para ejercer libremente su derecho a la participación: “tengo el reporte de muchas regidoras que han sido víctimas. Se infunde miedo hacia ellas para que no fiscalicen”, relata Figueroa.

UNA CRISIS PARA FLORECER

Para aplicar de manera efectiva la nueva ley de paridad de género y alternancia, las participantes de la escuela consideran que es clave la formación política que posibilita, además, los liderazgos femeninos en partidos políticos y organizaciones sociales. En esa línea, Figueroa y Mayta son enfáticas en que esa formación debe venir principalmente de los mismos partidos y organizaciones.

serly figueroa (der.). FOTO: ARCHIVO Personal. (CUSCO, setiembre, 2018)

Tras su experiencia formativa de cuatro semanas, las participantes esperan que la escuela se extienda hacia otras mujeres de Cusco. “Nos llaman de provincias que también quieren sumarse. La crisis actual ha despertado mucho interés en contribuir al país desde la política”, señala Figueroa.

Estos espacios de formación deben incorporar “el conocimiento de las reglas formales y también cómo funciona en la práctica las negociaciones en la política”, asegura la especialista Dador. Esto es muy importante ya que en procesos como esta escuela comulgan mujeres de diversas ideologías que podrían crear una agenda común de derechos, para lo cual necesitarán estrategias que permitan el logro de políticas.

Esa es la misión que las participantes se han propuesto, pensando en las futuras generaciones de mujeres. “Para mi hija de 9 años a la que le gusta la política, quisiera un Perú libre de violencia y acoso, y que sienta seguridad de que sus méritos serán suficientes para alcanzar sus objetivos”, destaca Figueroa. El sueño que comparten es el de un país con igualdad de oportunidades y están seguras de lograrlo a través de su participación en la política.