Por Daniella Toce (PNUD)

En el 2018, casi una de cada dos mujeres en el distrito de Villa El Salvador, el quinto más poblado de la capital, fue víctima de violencia basada en género. De este grupo, solo una de cada cuatro denunció o se acercó a los servicios especializados en respuesta a la violencia. A nivel nacional, solamente alrededor del 30% de las mujeres que sufren violencia la denuncian.

Villa El Salvador es un distrito con una importante historia de organización comunitaria. Fueron la construcción colectiva y el esfuerzo conjunto los que lograron poner una ciudad donde solo había arena. Las redes de apoyo comunitarias que corren entre las mujeres son una fibra esencial en el tejido de Villa, y son clave para enfrentar las dificultades. Dificultades que solo se han incrementado en los últimos dos años, desde una explosión en el distrito, el inicio de la pandemia y las restricciones de movilización a causa de esta.

Las redes

Las redes que han tejido el distrito la base sobre la que se construye una comunidad de lucha. Entrelazan diversos colectivos que trabajan por la mejora y el desarrollo del distrito en todos los aspectos: medio ambiente, seguridad, salud, educación, arte, política e igualdad de género. Si bien ha pasado el tiempo y han cambiado algunos rostros, la constante es la presencia de mujeres.

Noemi Soto llegó a Villa El Salvador en el 71. Para ella y su familia este nuevo espacio, vacío, lleno de posibilidades, representaba libertad y seguridad. La historia de su familia es la misma de muchas que llegaron, buscando un lugar al cuál llamar hogar, y de manera colectiva, construyeron un distrito.

“Cada uno tiene que hacer lo que tiene que hacer por mejorar su país y su comunidad”, dice Noemi, que trabaja desde el Colectivo Mujeres de Arena, para la formación política y participación de las mujeres de Villa.

Noemí SOTO. FOTO: PROYECTO JUSTA / PNUD

Este sentimiento, que forma parte de la tradición de las organizaciones de base, es sobre el que se crea e implementa la Red de Lideresas Justa: reuniendo lideresas y representantes de colectivos, para que desde su experiencia y conocimiento, hagan lo que tienen que hacer por mejorar su distrito y luchar contra la violencia.

La Red de Lideresas es una de las apuestas del Proyecto Justa, implementado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Perú. Villa El Salvador fue uno de los 7 gobiernos locales elegidos a nivel global para implementar este piloto.

“Este proceso para nosotras ha significado caminar juntas, crear lazos, generar confianzas y asumir compromisos. Cuando estas se hacen en relaciones de respeto, de horizontalidad, terminan siendo muy fuertes”, comenta Noemí sobre el proceso de trabajo en red.

Una red que, con dificultades en contra, como la pandemia que las confinó en sus hogares alejándolas del espacio conjunto, ha logrado dar pasos pioneros en el país en materia de la lucha contra la violencia basada en género. El distrito de Villa El Salvador creó e implementó su Instancia Distrital de Concertación, una figura que debería existir de manera obligatoria en todos los distritos de acuerdo a la ley 30364, para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar. La Instancia reúne a organizaciones de base, gobierno local y sector público en un trabajo colaborativo para prevenir y erradicar la violencia basada en género.

Así, en este proceso de caminar juntas, la Instancia de Villa El Salvador, ha sido la primera en construir un Protocolo distrital para abordar la violencia contra la mujer e integrantes del grupo familiar. El trabajo colectivo y multisectorial fue clave en este proceso, del cual además de las organizaciones que conforman la Instancia de Concertación, participaron actores del sector privado y la cooperación internacional.

“El protocolo es más que un documento. Tiene que ser un instrumento de gestión. Ya lo construimos, ahora falta ver como se instrumentaliza”, explica Noemí. En esta instrumentalización el camino está marcado: el fortalecimiento de los liderazgos de las mujeres será clave en el proceso de accionar el protocolo, para que puedan vivir seguras y sin miedo.

Las mujeres

Poco antes del inicio de la pandemia, una deflagración causada por un camión que transportaba gas, marcó el inicio de un año de dificultades para Villa El Salvador. La tragedia tuvo como consecuencia 34 fallecidos, 28 heridos; una pérdida que se sintió en todo el distrito. Las redes de apoyo se activaron inmediatamente, pero el impacto seguiría presente por meses después.

En marzo del mismo año, Perú vio el inicio del confinamiento por la pandemia, y de pronto, los espacios en los que la Red de Mujeres había estado trabajando se perdieron. Alejadas, encerradas en sus hogares, y con mayores responsabilidades en trabajo de cuidados, vieron su realidad cambiar de la noche a la mañana.

Vilma Arce ya había pasado por algo similar una vez. A los dieciocho años perdió a su mamá a causa de cáncer de útero, y al ser la mayor de sus hermanos, tuvo que asumir el rol que había quedado vacante. Dedicada al funcionamiento de la casa y del bienestar de sus hermanos menores, Vilma decidió que ella trabajaría para que nadie más tuviera que pasar por lo mismo.

“Mi mamá era una mujer analfabeta, no sabía leer ni escribir, pero tenía un gran compromiso y solidaridad. Repartía lo poquito que tenía para la vecina que no tenía para el desayuno; y me decía que lo que tu repartes con amor, te devuelven el doble”, cuenta Vilma sobre su mamá, quien había pertenecido a la Federación Popular de Mujeres de Villa El Salvador (FEPOMUVES). Cuando falleció, la Federación estuvo ahí, las redes de apoyo se hicieron parte para llevar el peso junto a Vilma.

VILMA ARCE. FOTO: PROYECTO JUSTA / PNUD

Así, luego de una vida de trabajo en grupos juveniles, como promotora de salud y maestra, se encontró formando parte de la Red de Mujeres, trabajando por Villa como había hecho su mamá.

Encontrarse en la escritura

Las mujeres separadas, pero el sentimiento de trabajo y ayuda no cesó. Había que encontrar posibilidades de seguir avanzando y continuar acompañándose en el proceso de una crisis que nadie vio venir. A partir del reconocimiento de las mujeres de forma integral, con sentimientos, miedos, y anhelos que tenían que expresar, la Red implementó un taller de escritura creativa, para aprender sobre el manejo emocional.

La virtualidad fue un espacio nuevo, por momentos difícil de navegar, pero en este encuentro las mujeres tuvieron la oportunidad de conocerse más allá de las reuniones de trabajo y la lucha. Pudieron verse fuera del colectivo, se reconocieron entre sí como vulnerables, y se acompañaron en esta vulnerabilidad.

“No las tenía presencialmente, pero bastaba escuchar sus voces: “Compañeras, aquí estamos”. Y cada vez que una compañera exponía sus emociones o sus escritos estábamos ahí para contener. Entonces eso también ha ayudado muchísimo a que nos sintamos en grupo. A pesar de que estaba yo sola en mi computadora sentía que estaban todas alrededor mío. Me sentía acompañada, me sentía feliz.”

Vilma llegó a Villa El Salvador con cinco años. A los dieciocho perdió a su mamá. Ahora, a los 56, la recuerda con cariño y continúa su legado, trabajando con las mujeres y por las mujeres.

Hacia adelante

En Villa El Salvador, las redes de apoyo existen desde siempre. Son las que construyeron un distrito, una historia, un mito. Identificaron prioridades, ellas construyeron instrumentos, fortalecieron sus liderazgos y construyeron redes aún más fuertes. Hacia el 2022, la experiencia de Justa se instalará en cuatro gobiernos locales de Cajamarca y Cusco, para replicar los resultados exitosos.

Y la semilla queda sembrada en Villa El Salvador, ahora toca verla florecer. Son las redes y el mito del distrito las que continuarán con el trabajo, como se ha venido haciendo durante años, como vienen haciendo las mujeres desde siempre.

RED DE MUJERES JUSTA EN VILLA EL SALVADOR